sexta-feira, 3 de janeiro de 2014

Úngenos y envíanos: desde Betania para Samaria



“Y toda la casa se llenó con el olor del perfume”
Jn 12,3

“En ustedes, sin embargo, permanece esa Unción que recibieron de Jesucristo…
Permanezcan en él, guardando lo que les ha enseñado”
1Jn 2, 27

            Betania fue nuestra casa en este camino. Continuamos queriendo llegar a Jerusalén. Betania fue casa de Jesús en su camino. Casa que acogió y acoge a la juventud. Casa que cuidó y cuida a la juventud. Casa del pan. Casa de los pobres. Casa de los/as jóvenes. Casa de la alegría, de la amistad, de la fiesta. Ahora, así como Jesús de Nazaret, se vuelve casa que envía. Samaria está cerca en el horizonte. Ya podemos preparar nuestros baldes para estar llenos de juventud y de Dios en el camino de revitalización en 2014: ¡reconocer y convivir! Ya comenzamos a sentir nostalgia de Betania, por eso, ella no puede quedar en el olvido. Ella debe ser permanente, teológica. Betania deber ser una espiritualidad personal y colectiva, una manera de ser grupo de jóvenes: ¡Señor, ayúdanos a vivir intensamente las “betanias” de la vida!¡Señor, lánzanos con osadía para Samaria, pero queremos ir con Tu unción, con tu olor divino y humano!¡Olor de navidad!¡Olor de cielo!

            La unción de Jesús en Betania es narrada por los cuatro Evangelios: Mt 26, 6-13; Mc 14, 1-9; Jn 12, 1-8; Lc 7, 36 – 50. Algunos detalles son diferentes entre los relatos. Todos ellos apuntan para la unción como una preparación para la sepultura de Jesús. La cruz, la muerte, la entrega total y radical hacen parte del camino. Es necesario enfrentar los conflictos que aparecen, y sacuden y acaban con la vida de tanta juventud y del proyecto de vida de Jesús.  No hay resurrección sin cruz. El Resucitado es el mismo Crucificado. La unción que pedimos para continuar nuestro camino, viviendo Samaria, es para vivir siempre la radicalidad del Evangelio.

            La palabra “mesías” viene del término hebreo mashiah, que significa “ungido”. En griego esa palabra es christos. Para Israel, la persona que era ungida recibía cualidades sobrehumanas, como por ejemplo, era realizada la unción para la coronación de los reyes (2Sam 2, 21). Sin embargo, Jesús fue un mesías completamente diferente del esperado por el pueblo en general y hasta por el mesías esperado por los movimientos revolucionarios de la época. Fue un rey diferente. Subversivo en todo.

            El perfume de nardo dentro del frasco de alabastro tiene el olor de la juventud. Olor de lo divino. Algo de valor. Derramar todo el perfume sobre la cabeza de Jesús es un gesto de amor y amistad. Es todo aquello que Él vivió en Betania. Es ofrecer todo para Jesús. La sala se llenó del olor del perfume. Y Jesús acogió el gesto con amor. 
            Úngenos y envíanos hasta Samaria. Llena nuestros baldes de sueños y de vida para la juventud.

Autores
Luis Duarte Vieira – Noviço Jesuíta e Militante da Pastoral da Juventude
Maicon André Malacarne – Padre, assessor da Pastoral da Juventude da Diocese de Erexim/RS

     Traducción: Katiuska Serafín Nieves sjt

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