sábado, 29 de junho de 2013

Con Jesús y la juventud – redescubrir la humanidad



Jesús preguntó: “¿Dónde lo enterraron?
 Le contestaron: Señor, ven a ver. Y Jesús lloró”
(Jn 11, 34-35)

El camino para Jerusalén, que hemos recorrido con los(as) jóvenes y con Jesús, es un camino provocador, desinstala y desafía. Es un proceso que quiere provocar una adhesión más radical a Jesús, a Su Proyecto y a la causa de los(as) jóvenes. También, desea revitalizar nuestra acción con la juventud y así fortalecer las acciones en la construcción de la Civilización del Amor, por eso es un camino. Y por hablar de camino, este mes, millones de jóvenes se pondrán a caminar, en las calles, en las plazas, en las capitales y en el interior de las regiones.

Cuestionando, desafiando, desinstalando, provocando nuevos caminos. Se sitúa en el horizonte Jerusalén, desde Betania, en los pasos de la juventud.
En este mes, Betania quiere desafiarnos en algo sencillo, pero que exige coherencia en el seguimiento. Desde Betania, con la juventud y con Jesús, somos invitados(as) a redescubrir la humanidad. Somos llamados(as) a redescubrir la humanidad de los(as) jóvenes. Somos llamados(as) a redescubrir la humanidad de las personas. Somos llamados(as) a redescubrir,  acoger y vivir la humanidad.

Betania nos ayuda a comprender la humanidad de Jesús de Nazaret, pues a él le gustaba estar con los amigos y las amigas, le gustaba hablar de la vida, comer juntos, compartir la vida, festejar, beber, sentarse, descansar. En Betania Jesús llora. Todo esto es su humanidad vivida radicalmente. Desvelar la humanidad de Jesús es descubrir verdaderamente su divinidad. Jesús nos quiere humanos en lo más sencillo y profundo de nosotros mismos. Dios se hizo hombre, verdaderamente hombre en Jesús. Es desafiante darnos cuenta de esto, comprender este misterio nos desinstala. Por eso, o redescubrimos la humanidad de Jesús o no estamos siendo coherentes a su proyecto.

En tiempo de grandes movilizaciones, la humanidad del Nazareno nos interpela para reconocer en la juventud un sujeto de derechos y, delante de esto, grita por la vida: ¡Nosotros queremos vivir mejor! Inevitablemente, en la construcción de la humanización, hay que programar políticas públicas para la juventud. Tenemos claro que la juventud es portadora de novedad. Un nuevo mundo está en las manos de los(as) jóvenes. Siempre afirmamos que cualquier institución que quiera ser nueva, más creativa, más dinámica, más dialogante, más humana, necesariamente debe provocar a la juventud.

Ineludiblemente el Reino de Dios, vivido y anunciado por Jesús, provoca a cada uno que se coloca en el camino de  la revitalización, para construir alternativas, medios para que crezcamos humanamente, usando la creatividad y la osadía que Dios nos concede como gracia para cada uno de nosotros(as). En este sentido, también la juventud se va reconociendo y reconociendo al otro como portador de los mismos derechos.
Revitalizando nuestra postura y nuestra práctica, venceremos el invierno y la noche neoliberal, del capitalismo, del individualismo y del consumismo desenfrenado. Caminamos desde Betania para una primavera llena de olores agradables y de vida plena. Una primavera en la cual los hombres y las mujeres serán más importantes que las máquinas, serán más importantes que la cuenta bancaria… Uno de los mayores escándalos provocados por Jesús fue enfrentar y asumir a todos(as) como humanos(as): tocó muertos, se sentó con pecadores, se aproximó de las mujeres. Tantos gestos de humanización. Amó profundamente a cada ser humano. Amó en Belén. Amó en Nazaret. Amó en Betania, en Cafarnaúm. Amó hasta la cruz en Jerusalén y resucitado prometió amarnos y estar con nosotros hasta el fin de los tiempos (Mt 28,22).

En el contexto en el cual vivimos, no podemos dejar de escribir sobre la Semana Misionera y la Jornada Mundial de la Juventud que están aproximándose rápidamente. Nos parece que Betania nos desafía a no dejar pasar este tiempo y a reconocer la gracia de Dios que, como semilla escondida, actúa en todo momento. Esto implica que esas grandes actividades sean, igualmente, constructoras de humanización. Qué maravilla si la Semana Misionera logra revelar, de hecho, la realidad de la juventud de todos los lugares y nos coloca en proceso permanente de misión y transformación.  Qué maravilla si la Jornada Mundial de la Juventud en toda su magnitud y belleza, que de hecho tiene, ayuda a la juventud a hacer la experiencia de un Jesús del Reino, pobre, crucificado, de Jerusalén. Qué maravilla si el obispo de Roma, el querido Francisco, continua provocándonos para que seamos cristianos más comprometidos, más revolucionarios, más de los pobres, más de la Palabra y nos desafía para construir la Civilización del Amor, desde Jerusalén, para donde estamos caminando.

Hagamos esa experiencia de reconocernos como humanos en nuestros grupos, en cada lugar que estamos. No somos máquinas. Nuestros pies pisan una tierra que es nuestra y que carga una historia,  con marcas que están presentes en cada gesto y palabra nuestra. Como humanos, en nuestras luchas, caminemos construyendo un mundo nuevo, amándonos más de la forma que el Nazareno lo hizo.
Con el olor de la humanidad que camina en dirección al Reino, y que hace de Betania su casa y su lugar de conversión y humanización, seguimos firmes en nuestro horizonte de vida para la juventud y de revitalización de las Pastorales de la Juventud de América Latina y del Caribe, desde los pasos del Maestro.

                                   Autores
Padre Maicon André Malacarne – Asesor de la PJ en la Diocesis de Erexim /RS
Luis Duarte Viera – Militante de la PJ y novicio aceptado en la Compañía de Jesús.


Traducción: Katiuska Serafin Nieves sjt

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